Cruzar el océano con centolla

El almacenamiento y traslado de la centolla para cruzar el océano requiere un manejo altamente controlado para preservar su frescura y calidad. Una vez capturada, la centolla suele ser procesada rápidamente: puede congelarse entera o ser cocida y luego congelada. Este proceso se realiza en instalaciones cercanas al punto de pesca, donde se mantienen estrictos estándares de higiene y temperatura. El congelamiento rápido (conocido como “IQF” o Individual Quick Freezing) es común, ya que evita la formación de cristales grandes que podrían dañar la textura del marisco.

Una vez procesada, la centolla se empaqueta al vacío o en envases herméticos resistentes a la humedad, y se almacena en cajas térmicas o pallets que mantienen una temperatura constante de -18 °C o menos. Estas cajas se colocan en contenedores refrigerados, conocidos como reefers, que cuentan con sistemas integrados de refrigeración activa. Estos contenedores están diseñados para operar de forma autónoma durante largos trayectos, incluso en condiciones climáticas adversas, lo que garantiza que la cadena de frío no se rompa durante el traslado marítimo.

Almacenamiento de centolla | Ricardo Baeza Errazuriz

Durante el cruce oceánico, los contenedores refrigerados son monitoreados constantemente para asegurar que la temperatura y la humedad interna se mantengan en niveles óptimos. Además, se emplean sensores y sistemas de rastreo que permiten a los operadores detectar cualquier anomalía en tiempo real. Gracias a esta tecnología y a una logística bien coordinada, la centolla puede llegar a su destino final conservando su frescura, sabor y textura, lista para su distribución en mercados internacionales o su uso en la gastronomía de alta gama.

Ricardo Baeza Errazuriz.